miércoles, 16 de mayo de 2007

Ver tambien es rockear.


No sólo escuchando música podés hacer que alguien se apasione con determinado género musical. Ver a tus bandas favoritas en vivo es parte del alimento de la inquietud musical.
Mis primeras incursiones en este asunto en particular se remiten a fines de los `70, años difíciles para cualquer actividad que incluya jóvenes en gran cantidad. (pero si lo veo bien, hay cosas que nunca cambiaron: requisas, policías, perros, agentes de civil a los que se le cae la cara de cops, vallas para hacerte sufrir un poco con los apretujones...no, no ha cambiado, en ese aspecto, nada). Debuté con Vox Dei, tuve la suerte de ver a Manal, Serú, Spinetta Jade, Soda presentando Nada Personal en un boliche, siendo cuatro gatos locos, García con Piano Bar con superbanda GIT+Páez, García con Parte..., García con Como conseguir..., García con Filosofía en el Chateau...García, García, García. Estuve en festivales, el Chateau, La Falda,hasta el Andes Vivo...ví a los Stones...en fín, vi a unos cuantos.
Pero los que más me quedaron, tal vez porque eramos menos, y te podría decir que nos conocíamos, aunque sea tacitamente, eran los de acá. Después de Malvinas había que ir a ver a todo el mundo. Si venía Piero, pero nosotros estabamos escuchando Sandinista de Clash, habia que ir igual...era el aguante al movimiento. Y eso también se reflejaba en las bandas locales. Surgían como los hongos en la selva amazónica, se improvisaban lugares insólitos para tocar, la gente tenía avidez de "ver tocar". En ese contexto tuve la oportunidad de caer en un lugar, en el fondo de un pasaje comercial, un sábado a la siesta boludeando con el Bocacho, en donde se organizaban las "Zapadas del Sol", ya que la galería se llamaba así, Del Sol. Allí un puñado de audaces e improvisados (entre los que me cuento) atacaban algunos instrumentos apiñados en un rincón...y hacían lo que podían. Sábado tras sábado, cada vez juntaba más gente, entonces empezaron a aparacer pequeños grupitos que hacían su set de tres o cuatro canciones, alternando el espacio con otros. Esto estaba bancado, de alguna manera, por un barcito que estaba ahi mismo, cuyo dueño fomentaba estas prácticas. Todos los sábados la velada llegaba a su término con la concurrencia del hijo del dueño del lugar, un freak que se hacía llamar Valiente, que de rocker no tenía nada, mas bien parecía un juglar escapado de una peli de Robin Hood, y que cantaba con una acústica temas de su autoría que eran un pelotazo.
Nobleza obliga todos aplaudiamos y arriesgabamos un otra!, aunque nos pesara...
Esta gente terminó su aventura (por demás loable) con un festival al aire libre en el Gabriela Mistral, de todo un domingo, con mínima concurrencia de público pero gran ambiente woodstockiano, con pseudohippies y todo. De nombres ilustres me acuerdo de Roberto Fiat (actual Alfajores) Sergio Embrioni, los metálicos Azul, una banda que se llamaba 94 que bajaban linea Siloista, y otros que volví a ver años después en ese segundo impulso rockero local en el ´85-´87.
Era un poco decadente, si, no lo voy a negar. Pero si te acordás que las únicas Fender por aquellos días sólo las veíamos en revistas, esa pequeña movida era estar en el mismísmimo Leeds viendo a los Who, y lo mejor de todo era que nosotros estabamos ahí, nos conocíamos todos y eso estaba muy bien.

1 comentario:

tato maturano dijo...

Creo que el lugar era "Kimei Kipan" o algo por el estilo. ¿Te acordás del Flaco Topeka? Quiere el destino que ahora mi hijo Ariel (también bajista como el padre) esté tocando con el hijo del que era bajista del nombrado Topeka.
¿ Será una historia circular como las de Borges ?
BYE