lunes, 20 de agosto de 2007

La fotografia


De todos los trabajos remunerados que he tenido más allá de mi profesión, el año trabajando para la revista MM de fotógrafo fue muy gratificante. A pesar de que siempre agradecí tener que trabajar en un lugar cerrado y alejado de la intemperie al estar en diseño gráfico, en esa época nunca me importó estar en condiciones de viento, lluvia, frío intenso o calor abrasador, con tierra, arena o barro, metido en el medio de un río o en un lodazal pestilente para enganchar una buena toma. Tampoco me importaba madrugar todos los domingos para ir a las carreras, comer apenas un choripan, o dormir durante un viaje para llegar de mañana a algun lado y, café mediante, empezar a disparar fotos. Las satisfacciones fueron superiores: ver los resultados de la espera bajo la sombra de un mísero yuyo para enganchar una buena toma de una moto bajando un cerro, o soportar el ruido infernal de una largada de TC para tener una foto del pelotón completo antes de la primera curva bastaban como recompensa por todo lo que había que sufrir previo a las tomas. Fue un buen momento, algo imperdible, que no cambiaría por nada, hubiera querido disfrutarlo un poco más o haber llegado a tener una reflex digital, pero hoy agradezco por lo menos haberlo experimentado. Dos cosas para el recuerdo: mi hermosa Nikon F4s y la alegría de mi viejo al ver que heredé algo de lo que también fue su profesión.

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