sábado, 29 de noviembre de 2008
Vamos las bandas!
Después de tomarse un tiempo considerable (15 años!) por fin salió Chinese Democracy, el nuevo album de Guns and Roses. Es raro decir de los GNR, ya que el único que está es Axl, que no es poco. Bancándose toda la gastada, el gordo Axl resisitió y saca hoy un disco de rocanrol puro y exquisito, acorde a los tiempos, que pasa por arriba todo intento de las banditas del new metal y esas mierdas. De paso tritura y opaca a Metallica y su Death Magnetic y hasta nos puede llegar a hacer olvidar el nueva de AC DC. Axl demostró que sabe lo que quiere, y deja en la posición de off side a Slash y Velvet Revolver, como a un intento apurado e improvisado de armar una banda como para no perder el envión de la popularidad adquirida con los Guns (ya que Slash Snakepit no cuenta, fue un desastre) En fin, amigos rockers, degusten este verdadero manjar chino, añejado con una exquisita y dedicada guarda de una decada y media. El rock no está muerto, Axl es paramédico y lo devolvió a la vida.
martes, 25 de noviembre de 2008
Bares: apuntes y otras consideraciones.
El tema del otro post da que hablar largo. Me hace pensar en si no he pasado mucho tiempo en los bares, en los cafés. Si , lo confieso, es así. Por eso es que por ahí me asalta la necesidad de clavarme un cortado a las 11 de la mañana SOLO. Es una vuelta a los días en que por ahi la soledad no era una elección y uno se acercaba a uno mismo acurrucado en una mesa de un café. En los cafés concreté la idea que me dió vueltas por mucho tiempo acerca de que debiera escribir. Así que no quiero dejar pasar algunos apuntes sueltos que no entraron el otro día.
De arranque: en Lavalle, en el extremo suroeste de la Villa Tulumaya estaba el bar de Chacho. Era bar, pool y peluquería. Todas las mañanas iba con Víctor muy temprano antes de que cada uno de los dos empezara su jornada laboral. Para mí: un café y un Tatín, para él: un sanguche de salame y una cerveza...eran las ocho de la mañana.
Un fin de semana, más precisamente el domingo, estabamos dando vueltas por el centro Tato, Fer y yo. Como de costumbre andábamos sin un mango. Es decir: no había plata para gastar en nada pero yo tenía 10 pesos (que era como tener 100 ahora) que Victor me había dado para comprar un repuesto para la moto. Yo seguramente debo haber hecho el comentario acerca del dinero, ya que Fer me dice: tenés que comprar ese repuesto para la moto? en lo de mi viejo hay de esos a patadas! Como un amigo que confía en la palabra de otro amigo, le digo: OK, entonces comamos algo con esta plata y mañana a la mañana buscamos el repuesto en lo de tu viejo. Fuimos al bar Torombolo de la calle San Juan y nos comimos unos lomos, gastando hasta el último centavo. Al día siguiente, según lo planeado, fuimos hasta el taller del padre. Cuando ve el repuesto me dice: si tengo un montón de esos, pero todos que giran a la izquierda, y ese es de giro a la derecha...me quería morir. Tuve el orto de encontrar una casa de repuestos que, no sólo tenía lo que buscaba, sino que me lo cambiaron derecho por el que traía yo...
Casi un mito urbano: con amigos en Chile, saliendo una noche con unas locales, finos y delicados pedimos unos tragos...y uno de nosotros una hamburguesa. Cuando el mozo se acercó con la hamburguesita tipo cajita feliz, nuestro amigo la vio y le dijo: me traés tres más?...y se fue el romanticismo a la mierda.
Para tener en cuenta: las mozas mujeres no te tratan bien porque están puestas con vos...se dieron cuenta que la mejor manera de mantenernos a raya es siendo simpáticas, así los flacos se emboban y dejan propina seguro.
Sin tener que ver con los bares, pero sí con la atención al público: cuando vas al banco a pedir un préstamo, los empleados que te atienden no sacan la plata de su propia billetera, no...sépanlo, estén seguros de eso, y trátenlos en consecuencia.
Si me acuerdo de alguna otra, después la sigo...
De arranque: en Lavalle, en el extremo suroeste de la Villa Tulumaya estaba el bar de Chacho. Era bar, pool y peluquería. Todas las mañanas iba con Víctor muy temprano antes de que cada uno de los dos empezara su jornada laboral. Para mí: un café y un Tatín, para él: un sanguche de salame y una cerveza...eran las ocho de la mañana.
Un fin de semana, más precisamente el domingo, estabamos dando vueltas por el centro Tato, Fer y yo. Como de costumbre andábamos sin un mango. Es decir: no había plata para gastar en nada pero yo tenía 10 pesos (que era como tener 100 ahora) que Victor me había dado para comprar un repuesto para la moto. Yo seguramente debo haber hecho el comentario acerca del dinero, ya que Fer me dice: tenés que comprar ese repuesto para la moto? en lo de mi viejo hay de esos a patadas! Como un amigo que confía en la palabra de otro amigo, le digo: OK, entonces comamos algo con esta plata y mañana a la mañana buscamos el repuesto en lo de tu viejo. Fuimos al bar Torombolo de la calle San Juan y nos comimos unos lomos, gastando hasta el último centavo. Al día siguiente, según lo planeado, fuimos hasta el taller del padre. Cuando ve el repuesto me dice: si tengo un montón de esos, pero todos que giran a la izquierda, y ese es de giro a la derecha...me quería morir. Tuve el orto de encontrar una casa de repuestos que, no sólo tenía lo que buscaba, sino que me lo cambiaron derecho por el que traía yo...
Casi un mito urbano: con amigos en Chile, saliendo una noche con unas locales, finos y delicados pedimos unos tragos...y uno de nosotros una hamburguesa. Cuando el mozo se acercó con la hamburguesita tipo cajita feliz, nuestro amigo la vio y le dijo: me traés tres más?...y se fue el romanticismo a la mierda.
Para tener en cuenta: las mozas mujeres no te tratan bien porque están puestas con vos...se dieron cuenta que la mejor manera de mantenernos a raya es siendo simpáticas, así los flacos se emboban y dejan propina seguro.
Sin tener que ver con los bares, pero sí con la atención al público: cuando vas al banco a pedir un préstamo, los empleados que te atienden no sacan la plata de su propia billetera, no...sépanlo, estén seguros de eso, y trátenlos en consecuencia.
Si me acuerdo de alguna otra, después la sigo...
domingo, 23 de noviembre de 2008
Naughty bits
Que bueno que fue descubrir este blog. No deja de sorprenderme. Por las fotos (boludo, las fotos!), por los videos, por lo que escribe. Inspirador. Come as you are, Lola.
Vasos y besos
El viernes a la noche hablé con el Oski. Estaba con Walter y Edu tomándose una cerveza en el drugstore de la Arístides. Dicho así suena liviano, pero en realidad, va mucho más allá. Porque estos amigos lo que estaban haciendo era cumplir con su parte en un rito ancestral profundamente arraigado en nuestro ser: tomarse algo con amigos.
Por más que las series de TV como Seinfeld o Friends traten de hacernos ver de que ellos también se reunen a pasar tiempo alrededor de un café, por más que Stanley Kubrick intentó demostrar que en su retorcido futuro visto en La Naranja Mecánica, hasta los sicopatones más terribles se juntaban al fondo del bar Korova antes de sus desmanes, estemos convencidos de que es casi seguro que el patrimonio de perder tiempo, siete en una mesita de uno por uno, es cosa nuestra. La experiencia personal, sin viajar tan lejos, me ha demostrado que sólo a cientos de kilómetros, cruzando la cordillera, la cosa ya es distinta. El año pasado en ocasion de encontrar a mi amigo Diego que vive en Santiago de Chile, lo primero que hice fue invitarle un café. A poco de sentarnos me dijo: esto sólo pasa acá, te encontrás con alguien y te paras a tomar un café...Vale como muestra también que hace unos años estando en Santiago por varios días, como costumbre, en las mañanas entre entrevista y entrevista me detenía en algun barcito de Providencia y pedía un café con "una porción de galletas" ya que no hay medialunas, y cuando veian que sacabas un librito y te acomodabas para pasar el rato, te miraban raro y venían siete mil veces a preguntarte si necesitabas algo...igualito que acá.
Anyway, el hecho es que, si remontamos nuestra memoria años atrás, descubrimos como se nos va incorporando este ritual. Veamos.
Abandonando la niñez, estando en el club con amiguitos, seguimos a los más grandes a la cantina a tomar una coca y comer un pancho, y ya empezás a blandir los comentarios de que linda la de malla rosada o como se le escapó una teta a la señora de gorro violeta en la escalera de la parte honda...sin querer le vas soltando la mano al niño que estás dejando para usar esa mano para agarrar el vaso.
Después pasamos a comer con los amigos: yendo a la secundaria doble turno por ahí te comías algo en los alrededores del cole, a mis trece pusieron un Pumper Nic en San Miguel y hacia allí ibamos cada vez que podíamos a picotear algo antes de volver a taller.
Entrado en la adolescencia, descubrí la bondad de los cafés escondidos en algún rincón de una galería como refugio para pasar la mañana de la rata al cole. Comenzó la época de la confianza con los mozos y el aire de adultez del combo mesa de café-café-pucho. Se hacia tan placentero que ya no alcanzaban la mañanas en la semana: empezamos a ir los sábados a la mañana también. Al mismo tiempo descubriamos las lomiterías: fenómeno aparte el comerse el sandwich más sobrecargado de huevo-panceta-jamón-queso-lomo-lechuga y condimenos varios. En algunas hasta empezamos a ver, gracias a la aparicion del cable y el VHS, videos de música o simplemente películas.
Otra parada obligada es la cantina de la facultad. Que sería de nosotros sin una buena cantina en la correspondiente facu, donde pasar el tiempo entre horas que decidiamos no cursar, o repasando antes de los parciales, o esperando para rendir un final. En tiempo de facultad mención aparte los bares y kioscos de los alrededores: fundamentales! En mis días de cordobés, cuando empecé la facu allá, recalé en un barcito de Obispo Trejo que se llamaba Jiffys. Estaba contento, puesto que en una ciudad desconocida abrazaba un hito como para ir marcando familiaridad. Poco tiempo después de mudarme, desapareció.
Si de bares se trata, Córdoba es una ciudad de bares: para desayunar por poca plata, los de la 27 de Abril casi plaza San Martín; la comida rápida (descontemos Mc Donalds y el mundo de la comida plástica por excelencia, por favor...) era el Lomitos Formula 5000 o Lomitos Sucre; Saliendo de la facultad en inverno, llegar a alguno de la Chacabuco para calentar el cuerpo. La noche tenía para todos los gustos: El Socavón, tango y ginebra; María María con cerveza, maní y musiquita brazuca; el Bar del teatro, para la salida del cine y clavarse un fernet mientras se discute sobre lo-que-me-trajiste-a-ver-hijo-de-puta; después tenías Tonos y Toneles para los que vivian de peñas como mis amigas jujeñas y en el otro extremo el Bar Sovia, metal y rock and Roll. Pero si tengo que elegir un lugar donde he gastado las sillas desayuno, almuerzo, merienda y cena era El Castelar. Más tarde también disfruté a Pétalo de sal y Macondo. A decir verdad quisiera haber podido disfrutar un poco más BA, con sus bares. Solo rescaté un par en San Isidro, Nave Kadmon a la cabeza.
Poco despues volvía a Mendoza y para no extrañar esas costumbres, elegí un barcito de la calle Catamarca para ir a almorzar casi todos los días en mis días de pensionista de la calle Salta, donde no podía hacerme de comer. A la hora de invitar a alguien a tomar algo era menester algún café tipo Liverpool, donde te camuflabas con el humo del ambiente; alternativa piola: el Soul de la calle Rivadavia, pero sin show, eh. Así llegamos a los gloriosos días de motociclismo, donde nuestra parada obligada era el Harley primero, y el Sport Bar después. Esos lugares llegaron a ser tanto en mi vida que he pasado más de un cumpleaños en sus mesas...lo juro. Alternaba también el Barloa bar&grill y el cariñosamente llamado Colérico, una panchería de San Martín al 3000.
Con el tiempo y las obligaciones de los órdenes de la vida, se hace cada vez más dificil juntar un par para tomar algo. Por eso desde las páginas de este blog celebré mis encuentros casi obligatorios de jueves a la noche en Piemonte de la Arístides con los chicos del San José, ,y acepto incondicionalmente, aunque llegue tarde, las juntas que promueven mis amiguitos Manu, Gaby, Richard y Pablo, aunque no lleguemos a ponernos de acuerdo sobre el triste rol en la escena musical de las bandas tributo y mucho menos si el gusto higos a la crema debiera existir en las listas de las heladerías. Lo que no puede dejar de existir es la costumbre de juntarse alrededor de una mesa...Lo que se sirve, lo de siempre: alegrías, penas, discusiones, pasiones, sueños, etc, todo bien condimentadito y a punto, para disfrutarlo hasta cuando te estás yendo a la cama. Nos vemos el próximo jueves acá, eh?
viernes, 21 de noviembre de 2008
martes, 11 de noviembre de 2008
lunes, 10 de noviembre de 2008
Disfrutando el barrio
Una pausa en la locura diaria de la inseguridad: domingo a la siesta y Lucía se zambulle en las montañas de arena que esperan ser pared más tarde, junto a sus amigas en el inicio de una tarde de juegos interminable. Está experimentando lo que nosotros a esa edad vivíamos con tanta naturalidad en nuestros respectivos barrios. Una alegría como padres, sin la onerosa inversión de tener que vivir en un barrio privado.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
Rio revuelto
Viendo Classic Albums, viendo a los Purple ahora contando lo que fue grabar Machine Head, mi corazoncito rocker vuelve a vibrar como adolescente. Es que es contagioso ver la dedicación a la música, a la creatividad sin límite, al talento innato. Ni ellos entendían bien lo que estaban logrando: era un disco más, no podían parar ni para disfrutarlo. Estaban creando tanto, que pensaban que si paraban se acababa todo. Energía creativa. Sin desperdicio. Hoy miro alrededor y veo tanto, tanto desperdicio de energía, consumo de oxígeno por gente vacía, fagocitando el silencio que tan bien viene de vez en cuando. Escuchan cualquier cosa, a medias, y sobre eso hablan, opinan, dicen cosas con categoría de sentencia.
Trato de inculcarle a mi hija que evite las pérdidas de tiempo como esas, que abrace sus ideales, por pequeños que puedan ser y los viva y los disfrute, y les saque jugo. Sobre todo que disfrute, pero que no haga que lo disfruta cuando en realidad lo sufre. La única manera de dar todo de uno es viviendo con todo lo que a uno lo mueve. Sin querer parar, para que no se corte la energía, la creatividad. No dejar de hacer, pero no hacer por hacer. No intenten esto en sus casas, si no están seguros de porque lo intentan. En Classic albums, un Blackmore venido grande y carón decía: para ser un músico exitoso hace falta ser buen músico, poner lo que hay que poner...para ser popular, sólo basta estar a la moda. Trasladen eso a todos los órdenes de la vida y me van a entender.
Trato de inculcarle a mi hija que evite las pérdidas de tiempo como esas, que abrace sus ideales, por pequeños que puedan ser y los viva y los disfrute, y les saque jugo. Sobre todo que disfrute, pero que no haga que lo disfruta cuando en realidad lo sufre. La única manera de dar todo de uno es viviendo con todo lo que a uno lo mueve. Sin querer parar, para que no se corte la energía, la creatividad. No dejar de hacer, pero no hacer por hacer. No intenten esto en sus casas, si no están seguros de porque lo intentan. En Classic albums, un Blackmore venido grande y carón decía: para ser un músico exitoso hace falta ser buen músico, poner lo que hay que poner...para ser popular, sólo basta estar a la moda. Trasladen eso a todos los órdenes de la vida y me van a entender.
martes, 4 de noviembre de 2008
Fotos de las Seis Horas
Comfortably numb
lunes, 3 de noviembre de 2008
Uno que zafo
La semana pasada llegó Marianela, la chica que cuida a Martín mis días de inglés, con este personaje mordiéndole los talones. Hizo varias cuadras siguiéndola tenazmente, sin perderle ni el ritmo ni una pisada. Así que no le costó entrar a casa con esa tenacidad. Por supuesto que la parte femenina de la casa empezó con los suspiros al tiempo que yo intentaba convencerlas de que sacarlo por la misma puerta que había entrado debía ser la mejor solución (aunque en el fondo, como escribí en mi album de Flickr, me mata que abandonen a un cachorrito tan pequeño). A la contraorden de echarlo para que siga su destino en el lugar de donde provenía, es decir la calle, continuó la actitud proteccionista de darle de comer y la idea de dejarlo en casa "hasta que consiga un hogar" De más está decir que no sirvió de nada recordarles que ya tenemos dos perros, que que pasaba si no encontrábamos a alguien pronto para que se lo quede y todos los argumento que se me ocurrieran en contra de aquella idea. Así que se quedó. Lo que yo pensé que se transformaría en una semana como mínimo, me sorprendió con lo contrario. En un esfuerzo estratégico-mailístico de my beloved wife, Cochino (que así apodamos a la bestia durante esos días) consiguió dueña. Final feliz para un perrito de la calle, abandonado apenas destetado por alguien que, ante el peso de la conciencia, pensaría que se las podría arreglar sólo.
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