miércoles, 16 de abril de 2008

Aproximaciones


Faltando tan pocos días para Pintos, no puedo dejar de pensar en esa carrera que es tan bonita para los que amamos este deporte y no nos dedicamos de lleno a la competencia. Como ya escribí una vez, el fana de la bici de mountain tiene, se debe una carrera así, una edicion de ésta, tan convocante para gente que vá, en mayoría, con el mismo plan de uno. Y porque es necesario ir, por que tan urgente? Todos, y cuando digo todos estoy seguro, en nuestras salidas con amigos o en los grupos que frecuentamos, no podemos dejar de medirnos con los pares: como sube este, como baja aquel, yo doblo más fuerte que aquellos...En las salidas en solitario estamos también especulando hasta donde llegamos, que tiempo hacemos, nuestras sensaciones sobre la bici, etc. Es lógico que cuando uno tiene una oportunidad como la que se presenta en Rio Pintos o alguna carrera similar, nos atrevamos y nos metemos a fondo. Cuando yo empecé a andar más y más en bici, estábamos recién en una etapa de inicios del mountain competitivo. Casi no había referencias de las carreras, así que, cuando se dió la oportunidad, Emilio, mi socio de salidas por esos días, y yo nos decidimos y nos anotamos en una carrera de XC. La experiencia fue súper enriquecedora: salimos de aquella carrera sabiendo que no es nada parecido un pique de un sábado con amigos que largar junto a una banda de extraños, que hacen que salgás con un ritmo insostenible y estés ahogado antes de terminar la primer vuelta. Pero que lindo que fué...Por distintos motivos dejé el mountain temporalmente ese mismo año y, si bien nunca abandoné la bici, no volví a circular con regularidad hasta siete años después. Convencido por mi amigo Piji, un año después de empezar a salir seguido, me tenté con el entrenamiento y con un objetivo claro; correr el Transmontaña en Tucumán. Antes me probé en una carrera del provincial de mountain de XC, en el circuito de la Virgen en Luján, para tantear el ritmo de carrera, la interacción con otros que están ahí para ganarte un lugar, etc. LLegué ese domingo con unos nervios como si corriera una fecha de la Norba. No me imaginaba como iba a ser, entonces, en Tucumán. Esa fue la mecha de la bomba que estalló hace unos años y que encendió un fuego que será dificil de extinguir. Desde el vamos la historia de tener que viajar a otra provincia a correr hace que te aproximes a un pro...aunque sea en el sentimiento íntimo. Meses antes también se siente la adrenalina, ya que es una carrera que pintaba como exigente en lo técnico, y con el condimento de tener que correr en pareja (atención: todo aquél que se decida a correr acá, hágalo con un AMIGO, a menos que sea un mercenario)
Toda la previa el día anterior, llámese inscripción, preparado de la bici, la largada simbólica, la cena anterior, hace que acostarse y tratar de dormir sea muy dificil. Al día siguiente te encontrás con ese enjambre de cascos multicolores haciendo la cola en el Cerro de las Antenas, ante la rampa de salida y es inevitable el temblor de rodillas en algún momento. Sólo el espectáculo de tantos bikers juntos ya te emociona. Le pedí a mi amigo y compañero de esta ocasión Manu Canet, que se pusiera adelante para largar, porque yo estaba bastante nervioso y temía caerme apenas bajara de la rampa. A pesar de haberlo hecho en cuatro horas y media, la carrera, al momento de la llegada, pasó como una exhalación. Ya está, se terminó, llegamos enteros y juntos(muchas parejas se disgregan en el camino, por eso insisto: correr con un amigo), sanos, sin roturas mecánicas, pletóricos, felices...queremos más el año que viene.
Le experiencia siguiente llegó de la mano del fallido Desafío del Pedemonte, en 2004. Al ser acá, en un lugar conocido, daba la tranquilidad de la localía. Igual se siente la sangre competitiva y uno vá como moto (todas las veces que se pueda y se aguante) Ante la opción de poder realizarla en parejas, siguiendo la premisa marcada para el Transmontaña, elegí correr con mi gran amigo Néstor, que me aguantó la falta de aire y de técnica en más de una ocasión.
Para 2005 no podíamos fallar a la primera grande del año: Río Pintos. Con un plan de viaje excelente y unos compañeros de lujo (Piji Bassi, Néstor, el Polilla, Matías Cozzari y un servidor) emprendimos la aventura hacia una carrera que se ha ganado un lugar en la historia del mountain argento.
Allí sí te digo que es sobrecogedora la cantidad de tipos que te acompañan. A diferencia del Transmontaña, acá largás con todos los de tu categoría, que en mi caso fueron casi 400 (la segunda en número de ese año). Nunca estás solo en todo el recorrido, te acompañan los que pedalean con vos o la gente que se vuelca al costado del camino a vernos pasar. Para mí fue una gran satisfacción hacerla, salir y llegar. Nuevamente me propuse tratar de ir cuantas veces pueda.
El 2005 no terminó sólo con Pintos: también corrí el 2do. Desafío del Pedemonte, pero esta vez elegí hacerlo en solitario.
Con el impasse obligado del 2006, apenas tuve bici nuevamente y empecé a salir a pedalear, me ocupé de tentarlos a mis amigos de hacer la Rio Pintos. Me tomé el trabajo de molerles la cabeza en cada salida, hasta vimos el video de la edición 2005 (asado mediante) para que picaran. Preparamos un viaje que también estuvo muy bueno, con un componente humano interesante: Manu Canet et Vale, Richard González, Pablito Rodríguez y eu. El ambiente de la carrera era espectacular: muchos stands de marcas y bicicleterías, mucha gente pedaleando por acá y por allá, la carrera prometía. El domingo amaneció con un sol tremendo, marco ideal para la práctica de nuestro deporte amigos. Yo arranqué nuevamente en una de las categorías más numerosas. Curiosamente ya me encontraba en un ambiente cuasi familiar, así que estaba muy tranquilo en el momento de largar. La carrera se me dió muy bien, me sentí perfecto en todo el recorrido.
La llegada completa: gran ambiente y la espera de los amigos al final de la manga; simplemente impagable. Al final te das cuenta que eso es lo que queda: la salida, la llegada, las anécdotas de la carrera, el viaje de ida y el de vuelta...en fin, la carrrera es la excusa, la cosa es pasarlo bien con los amigotes...
Todos esos recuerdos, todas esas sensaciones hacen que, para estos días, tan cerca de Rio Pintos, me de una cosita, que me mueva a pensar: el año que viene, estoy seguro, sea Pintos, Transmontaña o quien sabe...

2 comentarios:

Richard dijo...

Muy buena nota. Parece que lo que uno siente en la bici es compartido por los amigos de una manera casi idéntica.
Aprovecho para darte las gracias de haberme "enganchado" en esta carrera, porque hoy no quiero desengancharme más hasta que me dé el físico...
El año pasado fui a Pintos sin preparación y a dar un paseo para divertirme... pero como vos decís me quedé enganchado porque es una experiencia única (por lo menos lo que vive un dominguero como nos.)y no dudé un segundo en volver este año. Fuí uno de los primeros 30 pre-inscriptos....Y TODO POR CULPA DE UN AMIGO QUE INSISTIÓ MEDIO 2007 PARA IR...

GRACIAS

un abrazo grande. Ric

pit dijo...

No hay nada que agradecer. En todo caso yo debo agradecerles la credulidad y la confianza en apoyarme para ir, ver y después querer seguir volviendo. En fin, el día en que el mountain se convierta en religión yo seré uno de esos fundamentalistas que tengan en una mano la MBAction y en la otra un Kalashnikov, quien sabe...