Siempre pienso, y a veces lo comento con un poco de vergüenza, que he deseado durante tanto tiempo ver un Dakar, que es por eso que terminó haciéndose en Argentina. Aunque suene como cliché metafísico, es la respuesta más cercana que conozco. Y como el año pasado, en su primera edición, no pude verlo en carrera, sino sólo en enlaces, este año se me dió para verlo como debe ser. Ayer 13 nos fuimos a San Juan para ver la etapa que iba desde Santiago de Chile hasta San Juan, largando el especial cronometrado en Uspallata. Después de una travesía de más de dos horas en una Palio Weekend,
metiéndola por lugares que ni los mismos ingenieros de Fiat se imaginaron que podia andar, divisamos el lugar por donde iban a pasar. Poco después empezaron a pasar las motos, con David Fretigne (Yamaha) a la cabeza.
Mezclados entre las primeras motos llegaron los primeros cuatris,
con Declerk, Marcos Patronelli, Sebastián Halpern y Alejandro Patronelli, y también llama la atención lo fuerte que andan.
Más cerca del mediodía llegó el turno de los autos y mi sueño siguió completándose, al ver pasar en primer lugar a Stephane Peterhansel con su BMW X3 a fondo, que fuerte que van!
Luego siguieron Sainz, Al Attiyah, Miller, Sousa, Gordon, Terranova, Chicherit, etc, definitivamente un espectáculo aparte los autos. Mientras tanto veíamos aterrizar o despegar los helis de la organización o los Hueys del Ejército,
afectados a la evacuación médica. Cerca de las dos de la tarde partimos hacia San Juan, a la zona de avistaje VIP cerca del final de la etapa. Una carpa tremenda, con aire acondicionado y comida en abundacia, eso si: lleno de garcas que seguro del Dakar no entienden nada, pero hay que estar, obvio boludo…y alguno que otro gato viendo si enganchaba algún millonudo de los presentes. Agradecimos no haber estado allí desde la mañana, porque el clima inducía al suicidio. Así que, previamente refrescar las gargantas con un par de Quilmes heladas, nos pusimos a ver a los camiones que, por ese momento, terminaban la etapa.
Pero aún faltaba la frutilla del postre: el vivac. A las seis de la tarde entrábamos al campamento armado en el autódromo El Zonda, donde los mecánicos ponían a punto los vehículos para la etapa siguiente, mientras los pilotos descansaban o repasaban el roadbook para el otro día.
Es impresionante ver la logística de los equipos grandes como BMW, Volkswagen o Mitsubishi, con montones de tipos sobre los autos, repasando todo, incluso hasta lustrándolos con silicona (vieron que no soy el único?) y luego envolviéndolos en fundas para que nadie los toque.
En contraste los privados estaban tirados a la par de sus mecánicos echándoles una mano en un cambio de aceite o mirando como hacer para enderezar alguna parrilla de suspensión. Diferencias de presupuesto enormes.
En el box de KTM encontré, aparte de Marc Coma y a Nani Roma, a uno de mis ídolos motociclistas, hoy convertido en el jefe de equipo KTM España, Jordi Arcarons, a quién pude saludar y nada más, ya que no me salía que decirle…que salame!
Con los ojos llenos de todo ese ambiente y con los oídos con una mezcla de ruidos de motores y de gente hablando en un montón de idiomas distintos, abandoné el campamento, no sin resistencia…pero el sueño estaba cumplido: viví mi primer Dakar.
2 comentarios:
grande Pit! ya nos vas a mostrar los millones de fotos que habrás sacado, o no?
Correcto! es cuestión de ponernos de acuerdo para juntarnos, tirar unas carnes y tomar un vinito y las vemos, cuando quieran.
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