domingo, 8 de junio de 2008
Mi amigo Jorge
Conocí al Bocacho cuando ambos cursábamos días extras en el taller de ajuste para poder ponernos al día con nuestros trabajos. Era 1979 y teníamos...14 añitos. El año que siguió nos juntó en el mismo tercero. Empezamos a hacer junta para ese entonces. Mi fanatismo por Kiss lo atrajo y comenzamos a compartir algo...pero aún era pronto. Luego de cuarto por primera vez, la segunda oportunidad que agradecemos haber tenido nos puso juntos nuevamente. Ahí sí nuestro fervor rockero nos fue juntando cada vez más. Ese mismo año compartíamos, por ejemplo, un recital de Riff que hoy recordamos con gozo. Nunca más nos separamos por esos días: eramos compañeros de estudio, de sincolas, de recitales, de salidas al cine. Cuando terminó la secundaria seguimos viéndonos, teníamos el contacto por lo que fue el embrión de Arzak, los toques en lo del Tato y nuestros amigos comunes de San José. Tipo siempre inquieto, no se comía ninguna. Siempre sabía algo más de todo. En nuestra incipiente experiencia democrática, por el `83, el se nos oponía a los oportunos radicales que veíamos a Alfonsín como el restaurador de las instituciones frente a la barbarie peronista. En tal caso su oposición tenía fundamento político y no el falso sustento de nuestra elección radical tan bien vista. Así era con todo. Hablabas de algo y el te sorprendía con un dato preciso, una reflexión madura. Fue quién empezó a laburar enseguida, el primero en tener un sueldo y por consiguiente el que nos bancó a mí y a medio mundo más. Las noches en su casa eran una mezcla de sueño, heavy metal y Camels. Fue él el que vino a rescatarme de mi soledad en Lavalle. El que concretó el sueño de la primera moto, con su Zanella cero sacada en plan de Motocuyo. Amigo incondicional: te seguía para verte así fuera a otra provincia, a otro país. Su compañia siempre fue un lujo para mí, debí hacérselo saber más seguido, pero uno siempre es un boludo creído que tiene todo el tiempo del mundo. Hoy nos vemos y nos reímos de las mismas cosas, puteamos por lo mismo y seguimos encontrando los mismos lugares comunes de siempre. Que mal fuiste a elegir padrino de casamiento, tan ausente y tan poco retributivo! Espero que sigás con tu paciencia que supe disfrutar, aún cuando todos te tenían como un calentón, y sigamos escuchando a Ozzy y a Pappo, pegados al parlante de un radiograbador viejo y sin volumen...o será que nos estamos quedando sordos?
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