Hace 20 años ví una película: Dreams, del director japonés Akira Kurosawa. La película estaba subdividida en pequeñas viñetas cinematográficas que representan sueños y/o pesadillas del autor que ilustran distintos pensamientos en distintas épocas de su vida. Recuerdo varios de ellos, pero hoy me trae la memoria el recuerdo de uno en particular:El monte Fuji en rojo, donde la secuencia se centra en la gente huyendo ante una catástrofe, evidentemente ilustrada por el Monte Fuji en erupción; pero en realidad la verdadera catástrofe es la explosión de una planta nuclear que opaca o minimiza el temible desastre natural. Tamaña casualidad: pasado el gran impacto del devastador terremoto en Japón la preocupación se centra en la central nuclear que arde descontrolada en Fukushima. El replanteo de la frágil seguridad en este tipo de plantas en todo el mundo, la sombra del terror radiactivo no sólo en Japón, sino en Rusia, China y Europa y la tensión mundial enfocada en esto se parecen terriblemente a la película de Kurosawa: el desastre natural, enorme y sobrecogedor, opacado por el desastre artificial, el producido por el hombre. Los temores de Kurosawa no eran exagerados. Y qué fuerte es el impacto cuando la soberbia humana es sacudida por semejante golpe.
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