lunes, 21 de abril de 2008
Sweet little sister
La cuestión es que no recuerdo, sinceramente, haber deseado un hermano menor como, por ejemplo, deseaba Lu tener su hermanito. Ninguno de mis amigos tenía hermanos menores. La referencia de minoridad era esa abominación conocida como Rafalito, primo de Carlitos Colombo, que era la encarnación de algún demonio menor. Así que más chicos, no gracias. Igualmente, cuando una tarde de 1975 mis padres me sentaron y me comunicaron que un hermano venía en camino, debo admitir que fue una noticia muy agradable. Por desconocimiento de los procesos de gestación y esos menesteres, no sabía cuando iba a llegar, así que grande fue la sorpresa cuando sólo unos pocos días después ví por la ventana de 5to. grado a mi abuela con un bebé y pensé: caramba, que rápido que es todo esto. No way, fue una equivocación pintada con el barniz engañoso de la casualidad. Entonces fué que aprendí de panzas y meses de espera. Un día a las nosequé de la mañana (temprano) me vinieron a avisar que la niña había nacido, y entonces quedaba inaugurado mi período de hermano mayor. El tiempo después me empezó a mostrar lo bueno que era tener una hermanita. Por ejemplo, era la primera vez que tenía un tripulante vivo en un juguete con ruedas (léase cochecito) para jugar carreras en la vereda de mi casa. Su extraño balbuceo y su gusto por embarrar la banana pisada por toda su silla de comer terminaron enterneciendome, al punto de quererla tanto que no entendía porque no había llegado antes, pero que agradecía siempre que, en definitiva, haya llegado. Más adelante fue partener de las acrobacias en skateboard o copiloto en mi antigua MiniGala rodado 20, hasta que los años me entraron en la adolescencia y mis intereses fueron para el lado de mis amigotes. Cuando el terremoto se llevó la vida familiar que conocía hasta ahi, realmente empecé a sentir lo que es extrañar a los de uno, logicamente ella entraba en la ecuación. Empecé entonces a redescubrir a mis hermanos a la distancia, y a disfrutarlos lo más que podía en mis breves pasadas por lo de mis viejos. Cuando me fuí a Córdoba ya compartíamos tardes de caballos y ríos en Los Reartes, y nuevamente me fui y nos perdimos un poquito, pero ya no tanto. A pesar de no estar más cerca físicamente, siempre estuvimos cerca, siempre. Nos acercaba la música, el cine, la literatura, la fotografía, el verano, las vacaciones, su decisión de que esté en su colación de grado, mi decisión de que esté en mi fiesta de egresados...hasta llegar a hoy, que nos acercan las idas y venidas, nuestras relaciones de pareja, nuestros hijos, nuestras mascotas y nuestro hermano. Que suerte impensada ese día de 1975 que me dijeron que venía un hermanito en camino, que suerte que abandonaba para siempre la categoría de hijo único. Ya pasaron casi 32 años desde que viniste al mundo, y sigo repitiendome que suerte que tengo de tener una hermana como vos. Te quiero mucho Sole!
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