
Hoy escribo realmente desde el fondo del corazón. Primero que nada para agradecerles como corresponde (nunca se sabe con exactitud la medida necesaria) a todos aquellos que estuvieron detrás de mi nueva bicicleta, y no quiero nombrar a ninguno por temor a dejar a afuera a alguien. Hoy hablaba con Manolito y le decía que la sorpresa fue tan grande e inesperada que recién cuando iba en el auto hacia casa caía en la cuenta de lo que significa este regalo para mí. Y tal vez sea la última vez que me mencione a mi mismo, porque, estoy seguro que de la gente que integra este grupo, cualquiera de ellos sería merecedor de un regalo así. Sólo a ellos se les podía ocurrir pensar y llevar a cabo semejante cosa. No se que decir...es maravilloso tener amigos así. Te hacen replantear un montón de cosas por las que uno pierde tiempo y energía que debe estar destinada a ellos. Te hacen querer ser mejor persona, eso es, querer ser mejor perona para corresponderlos, no sólo en las sorpresas como esta, sino en cada gesto, en cada pregunta, en cada situación. Son los amigos que uno sacará de ejemplo cuando tenga que explicarle a un hijo que la amistad verdadera existe, aún a pesar de los escépticos y los refutadores de leyendas. Es la gente que te hace crecer de verdad y la que uno siempre va a llevar en el corazón.
A todos ustedes, los que me leen, los que no, los que están cerca y los que están lejos, a mis hermanos, a mis padres, a mi esposa y a mis hijos, a mis "padres y hermanos de ley", a los que siempre están, a todos, todos: gracias.